Familia

Padres e hijos van juntos al colegio para reducir el fracaso escolar

Sentados en unos pequeños pupitres verdes, varios padres gitanos escuchan atentamente las lecciones del profesor en la escuela Mediterrani de Tarragona, donde acuden junto a sus hijos, en el marco de un programa para reducir el alto fracaso escolar en este colectivo.
"Yo me salí de la escuela con catorce años para trabajar y ayudar en casa. Ahora estoy en paro y decidí sacarme el graduado" de educación secundaria, dice Jesús González, de 27 años.
Padre de tres niños, dos de ellos en la escuela Mediterrani, los espera con los apuntes y los libros bajo el brazo una vez ha terminado su propia clase.



"Ellos todavía han de asimilar que yo esté aquí, no lo acaban de entender. Pero el hecho de que vaya con ellos parece motivarles", añade González, cuya alta figura destaca entre la multitud de críos que corretean por los pasillos de la escuela.
Ubicado en un antiguo barrio de barracas de la ciudad, donde ahora proliferan los bloques de viviendas sociales, este centro emprendió hace un mes un programa para mejorar los resultados de su numeroso alumnado gitano: formar a una veintena de padres para sacarse el graduado escolar y, de paso, motivar a sus hijos a hacer lo mismo.
Parte fundamental de la historia cultural española por su influencia en el flamenco y la rumba, los alrededor de 750.000 gitanos que viven en España son de los colectivos más proclives a la exclusión social.
Según datos de 2011 de la Fundación Secretariado Gitano, una ONG que trabaja por el desarrollo de esta comunidad, un 4% de la población aún vive en barracas. Su tasa de desempleo era entonces del 36%, significativamente por encima de la media española, ya de por sí muy elevada.
Sin embargo, las diferencias más flagrantes se producen en el campo educativo, con un 8,6% de la población analfabeta y otro 50,7% sin estudios.
"Hay una falta de apoyo familiar. La mayoría de padres y abuelos no tiene estudios y ha salido adelante sin ellos. Por eso no le dan la importancia que se merece", explica Mónica Chamorro, directora de Educación de la fundación.
En medio de la crisis que sacude el país, esta concepción parece cambiar paulatinamente. La escuela Mediterrani intenta aprovecharlo para probar esta experiencia innovadora y concienciar a pequeños y mayores de la importancia de los estudios.

El Papel de la Familia en Momentos de Crisis.



La familia es esencial, ya que madre, padre, hermanos, abuelos, tíos, etc. siempre estarán ahí. Tanto en buenos como en malos momentos, las personas que componen tu familia te apoyarán incondicionalmente de forma desinteresada. 

En la actualidad, con los tiempos de crisis que corren en nuestro país, las personas nos encontramos con constantes problemas, mayoritariamente económicos. Se dan continuamente casos en los que familias tienen que abandonar sus casas por no poder hacer frente al pago de un alquiler o una hipoteca, de este modo, son sus familiares quienes les acogen y ayudan. También hay casos en los que con la pensión de los abuelos, se tiene que hacer frente a esta dura situación, ya que, es el único ingreso económico de la familia. Parece que esta situación en la que nos encontramos, ha provocado que la familia esté más unida aún, España es un país, en el que se tiene una concepción de unión familiar muy fuerte. La educación se aleja cada vez más de las posibilidades de todos, debido a las altas tasas que hay que pagar y a los recortes de las becas. 

Una familia con pocos recursos no puede hacerse cargo de estos pagos, y me pregunto: ¿No tenemos todos el derecho a una educación igualitaria , gratuita y obligatoria? Está bien que esto se cumpla en los primeros años de nuestra vida, así como, primaria y secundaria, pero a partir de ahí no todos podemos continuar nuestros estudios superiores, sino tenemos cierto poder económico. ¿Y no es esto un claro factor de desigualdad? La desigualdad de clases no debería impedir que una persona pueda tener acceso a su formación, ya que todos deberíamos tener las mismas posibilidades, pero no es así. 
Estudia el que puede costeárselo, el que no tiene que conformarse con algo inferior. Por lo tanto, todo esto conlleva a la desigualdad. Es una pena que un país como España pierda cada año a personas cualificadas o personas que podrían ser capaces de aportar mucho al futuro de nuestro país. Pero para solucionar estos problemas, es cuando aparece la familia y ayuda, cada uno aportando su granito de arena para que un familiar pueda permitirse estudiar y tener su formación.





Papá, más dinero.

El informe Adolescentes 2013, presentado la semana pasada por el equipo de investigación de la cátedra Keepunto de la Universidad Complutense de Madrid, corrobora que cada vez son más los padres que dan dinero a sus hijos a demanda. "En 2001, según un estudio de la Universidad de Valencia, el 62% de los chicos tenían paga semanal o mensual fija. Hoy el porcentaje se ha invertido: el 62,1% van pidiendo a medida que les hace falta", afirma Francis Blanco, coautor del trabajo realizado sobre una muestra de 800 adolescentes de toda España. La consecuencia es que acaban por no tener una percepción real de lo que gastan: dicen que unos 12 euros a la semana, cuando en realidad la media es 38,46.

¿Qué ha pasado en esta década? ¿Son los padres, a pesar de la crisis, más permisivos con sus hijos? Los datos parecen indicar que sí. Es cierto que la crisis ha mermado la paga (un 38% entre 2008 y 2012, según el Instituto Nacional de Estadística), pero a la hora de educar no importa cuánto se les da, sino cómo.
"Es difícil inculcar conceptos como el valor del dinero por la vía del razonamiento. Necesitan vivir determinadas situaciones para aprenderlo. Y lo que la mayoría de ellos ha vivido desde que nacieron es que el dinero se podía conseguir sin demasiado esfuerzo", coincide el psicólogo Ángel Peralbo, autor de varios libros sobre adolescencia. Según Peralbo, es imposible que un niño entienda el valor del dinero con una explicación. "Tienen que experimentarlo. En este sentido, la paga es un instrumento muy educativo porque les obliga a tomar decisiones sobre cómo gastarla y en qué. Y cuanto antes empiecen a hacerlo, mejor. Pero hay que ser firmes, no darles más de lo estipulado y exigirles algo a cambio para que aprendan también que el dinero no cae del cielo, hay que ganárselo", aconseja.
En este aspecto, los padres se muestran blandos. Según el informe Adolescentes 2013, casi el 70% no tienen que hacer ninguna tarea en su casa o en su vida cotidiana para conseguir su paga. Y solo el 30% la pierde por malas conductas. "Los padres han confiado en que las instituciones educativas enseñarían a sus hijos el valor del dinero, y estas han considerado que era tarea de los padres. En el medio se han quedado los niños sin que nadie se haya preocupado de transmitirles una verdadera formación financiera. Esto no se aprende de un día para otro, hay que entrenarles para que en el futuro puedan tomar decisiones adecuadas", advierte Raúl de la Cruz, fundador de Keepunto, una plataforma virtual que funciona como un simulador de banco que enseña a los jóvenes a gestionar su economía.
Un estudio realizado por Creafutur, dedicada a predecir el comportamiento de los consumidores, añade que los adolescentes de hoy son consumidores más expertos que sus padres. Tienen una gran influyencia en las decisiones de compra y deciden especialmente sobre su propia alimentación, ropa y productos para la higiene personal. "Saben mejor que cualquier adulto a encontrar la mejor ganga en Internet y, en muchos casos, conocen mejor el mercado", coincide Miguel González-Durán Muñoz, director de la división de marketing infantil de la agencia Arista.
Esta misma asociación, calculó en su estudio de 2010 que los adolescentes gestionaban unos 8.000 millones de euros al año. ¿En qué se lo gastan? Aparte de salir con los amigos, sus compras preferidas son la ropa y la tecnología. Intentan, según Ricarte, que los productos más caros se los regalen sus familiares para no mermar su paga. Además, destaca otro dato interesante: "Si se les pregunta, aseguran que tienen conciencia medioambiental y que rechazan a las empresas que no son responsables socialmente. Pero en la práctica, no les interesa dónde ni por quién ni cómo se han hecho los productos que quieren, y no creen que cambiar sus hábitos de compra sirva para cambiar el mundo. En este sentido, la mayoría son bastante cínicos".

En realidad, los adolescentes se comportan como lo harían sus padres si pudieran. "Si a mí me dieran todo sin exigir a cambio nada, ¿por qué iba a rechazarlo? Si no saben controlar sus gastos, es porque no les estamos enseñando a hacerlo. Ni los educadores, ni los padres", insiste Raúl de la Cruz. "Unos por dejadez, otros por la excusa de que no quieren que a sus hijos les falte de nada y algunos porque les resulta más cómodo que estén entretenidos con un dispositivo electrónico en lugar de prestarles atención".

Vía elpais.com


Una niña y su bulldog se vuelven inseparables después  de conocer que no podrá tener hermanos.

Cuando la fotógrafa Rebecca Leimbach se enteró de que no podría tener más hijos, confió en la que era la mejor amiga de Harper, su hija de siete años. La pequeña de siete años y Lola, la bulldog de la familia, son inseparables como se demuestra en estas fotos.




Desde el día en que nació su hija, Rebecca Leimbach ha fotografiado la especial relación que la pequeña tiene con su perra bulldog. Después de sufrir durante años de infertilidad, Rebecca y su marido lograron quedarse embarazados de su pequeña Harper, una bendición.


Pero después, cuando intentaron tener más hijos para darle un hermano a su hija, todos los tratamientos fallaron. Fue entonces cuando Harper y su perra Lola se volvieron inseparables.

"El día que Harper salió de su cuarto con Lola disfrazada de princesas, me di cuenta de que había encontrado su compañera de juegos perfecta", declaró Rebecca.

"Espero que la gente se de cuenta de lo asombroso que son los perros y como su conexión con las personas modela nuestras vidas. Harper nunca está aburrida cuando está con Lola y espero que
cuando sea mayor y vuelva a ver estas fotografías recuerda que esa fue su primera mejor amiga", sentenció la fotógrafa.



El equipo familia-escuela

Es esencial que en el ámbito educativo se favorezca la relación entre familia y escuela. Teóricamente, esta relación debería ser fluida, ya que tanto las familias como los profesores y el centro escolar en su conjunto trabajan bajo el objetivo común de formar y desarrollar a sus hijos/alumnos.
Sin embargo, la realidad es que, en muchas ocasiones, padres y profesores se ven más enemigos que como partes de un mismo equipo.



Todos los equipos atraviesan una serie de fases en su desarrollo. La primera de estas etapas es la de INCLUSIÓN. En este periodo, los miembros del equipo se observan, se conocen mutuamente y finalmente, deciden si se sienten parte del mismo o no. La necesidad de sentirse aceptado y el miedo a ser rechazado dominan esta etapa. Cada miembro del equipo está centrado en satisfacer sus propias necesidades emocionales, por lo que realmente es una etapa muy poco productiva.

Cada curso escolar, los padres conocen al nuevo grupo de profesores que van a constituir su "equipo" durante el año. Es habitual escuchar conversaciones de padres que buscan referencias entre otros padres de antiguos alumnos de esos profesores para intentar conocer algo más sobre ellos.  Los profesores, por su parte, hacen lo mismo en relación a las familias con las que tendrán que "lidiar" durante el curso.

Uno de los momentos más estresantes para el profesorado suele ser la primera reunión de principio de curso, en la que se presentan ante las familias e intentan transmitir los objetivos del programa académico, así como comunicar algunas normas de funcionamiento. Los profesores se sienten evaluados y observados. En lugar de ser una oportunidad para el conocimiento mutuo y la comunicación familia-escuela, viven esta experiencia como una situación muy amenazante.
Después de estas charlas de presentación, suele haber unas cortas entrevistas individuales entre padres y profesores. En esos breves minutos, padres y profesores intentarán formarse una idea clara acerca del otro y conseguir a su vez causar una buena impresión. Parece agotador, ¿no?

Una vez tanteado el terreno y aceptado los miembros del "equipo", comienza el curso y con él, la etapa deAFIRMACIÓN. En esta segunda etapa se inician las luchas de poder, las definiciones de los diferentes roles, las demostraciones de la propia valía, los desacuerdos y los desafíos. Las necesidades de estima, de sentirse valorado por los demás, se reflejan en esta fase.

Surgen las discrepancias entre las opiniones del profesorado y de las familias que, por esa búsqueda de reconocimiento del otro, se enzarzan muchas veces en competencias absurdas.

Muchos profesores y padres viven las reuniones de tutoría como un examen a su profesionalidad o a su valía como educador. ¿Se está buscando realmente un culpable? Muchos comentarios se asumen como ataques personales y llevan al conflicto y la falta de comunicación, en lugar de dirigirse hacia la búsqueda de soluciones. En muchas ocasiones, el equipo formado por profesores y padres se queda estancado en esta etapa de desarrollo.

La siguiente fase, y la más deseable en el ámbito educativo, es la COOPERACIÓN. En esta etapa, las energías están puestas en el cumplimiento del objetivo común: la mejora y desarrollo de los alumnos.

A través del coaching se puede trabajar la evolución del equipo familia-escuela, favoreciendo que se alcance la etapa de Cooperación.
Mediante el autoconocimiento, saber cuáles son las necesidades, reconocer sus sentimientos y sus comportamientos, padres y profesores podrán tomar decisiones para realizar cambios a través de acciones que aceleren la etapa de inclusión.

Por otro lado, para superar la fase de afirmación será necesario trabajar en las habilidades de comunicación y de escucha. El respeto y la aceptación mutua serán fundamentales para evitar competencias y luchas inncesarias. ¿Son conscientes de cómo afecta esta rivalidad a los alumnos?

Finalmente, el análisis conjunto de la situación, aportando cada uno sus propias formas de ver y de hacer, sus diferentes puntos de vista, permitirán tener una visión mucho más global de la situación y del alumno y por tanto, descubrir nuevas acciones que llevar a cabo de manera conjunta en favor del verdadero protagonista: el niño.

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