La Salud, un derecho inherente a todos los seres humanos
"Sin embargo, no todas las personas tienen acceso a los mismos recursos. Este
hecho hace que cosas tan banales como la picadura de un mosquito puedan
suponer un grave riesgo."
Hoy, día 7 de abril se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Salud. En 1948, en la Primera Asamblea Mundial de la Salud se propuso que hubiera un "Día Mundial de la Salud" para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es en 1950 cuando se instaura el 7 de abril como Día Mundial de la Salud.
Por ello, proponemos algunos hábitos saludables para los más pequeños.
Cinco hábitos saludables para los niños...
Los hábitos son esas acciones que, a base de repetirlas, se convierten en nuestra forma de hacer las cosas. Por lo tanto, es importante establecer rutinas saludables en la infancia porque supone una inversión en salud para toda la vida.
1. Una alimentación variada y equilibrada: garantiza al niño que obtenga los nutrientes que necesita. Por eso, es importante animarle a probar cosas nuevas. El gusto de los pequeños es cambiante, pero poco a poco aceptarán la verdura o el pescado que al principio no querían ni ver.
La alimentación de hoy en día tiende a desequilibrarse: o tomamos muchas proteínas o nos pasamos con los hidratos de carbono. La pirámide alimentaria ofrece unas cantidades adecuadas, pero hemos de tener en cuenta las siguientes pautas:
- Más frutas y verduras: Consumir al menos cinco raciones diarias de fruta y verdura.
- Menos proteínas: Reducir el consumo de carne a dos o tres veces por semana y tomar pescado en la misma proporción.
- Más cereales: Deben consumirlos diariamente en forma de arroz, pasta o pan.
- Menos comida rápida: Limitar al máximo la comida rápida y la bollería industrial (contienen muchas grasas y calorías).
- Importante hacer un buen desayuno para asegurarnos que nuestro organismo obtiene los hidratos de carbono necesarios para el día.
Buenos hábitos alimenticios
- Establecer horarios fijos para cada comida. Hay que acostumbrar al cuerpo a unos horarios y limitar el picoteo entre horas.
- Planear las comidas con antelación. Podemos establecer un momento de la semana para diseñar el menú y otro para comprar lo que necesitamos.
- Compartir al menos una comida familiar. Es una oportunidad de convertirnos en modelos de hábito para nuestros hijos.
- Disfrutar de la cena todos juntos. En el caso de que haya faltado fruta, verdura o proteínas en la comida, todavía estamos a tiempo de compensar esas carencias.
- Hacer las comidas más originales y apetecibles. La monotonía en la mesa produce insatisfacción e induce al picoteo.
2. Beber agua: El 70% de nuestro cuerpo es agua, imprescindible para eliminar toxinas e hidratar todos los órganos. Apostar por el agua como bebida familiar es una opción de salud. Los zumos de frutas naturales son una buena alternativa, pero no conviene abusar de ellos, ya que contienen demasiados azúcares. Podemos ofrecérselos a los niños rebajados con un poco de agua.
3. Buenas costumbres en el comer: Es la garantía de que toma lo que necesita y aprende a comer guiado por el hambre y no porque "toca comer" o por ansiedad. Para favorecer la conexión con sus sensaciones corporales, es importante:
- No obligarle a terminar el plato. Si dice que está lleno, hay que respetarlo, si no, puede que le siente mal la comida.
- Ofrecerle un espacio tranquilo en el que comer le permite entrar en contacto con la sensación de saciedad. Una vez que ésta se produce en el estómago, tarda unos 20 minutos en llegar al cerebro. Por eso no es bueno que le instemos a comer muy deprisa, ya que, inconscientemente, le estaremos invitando a consumir más de lo que realmente necesita. Las comidas deben tener un ritmo pausado, pero tampoco deben ser eternas.
4. Menos televisión: El tiempo que empleamos viendo la televisión se lo estamos quitando a otras actividades necesarias y mucho más saludables. Los niños pasan frente a la pantalla entre tres y cinco horas diarias, cuando lo recomendable es de una a dos horas. Por lo tanto, conviene pactar con ellos un tiempo máximo y buscar otro tipo de actividades para disfrutar del tiempo libre.
5. Más actividades físicas: El juego y el deporte son aliados para el buen funcionamiento del organismo. Una hora diaria de actividad física moderada mejora sensiblemente el índice de masa corporal (relación entre peso y estatura) de los niños, incrementa su rendimiento escolar e incluso su estado de ánimo. Pero nunca olvides:
- No debe convertirse en una obligación. Es más importante que les divierta y que adquieran habilidades. Si les gusta, será más fácil que lo hagan.
- Diariamente, conviene guardar espacio de tiempo exclusivo para la actividad física.
- Más activos en lo cotidiano. Si nosotros lo hacemos, es más fácil que ellos se apunten. Podemos buscar cualquier excusa para salir a la calle, como pasear junto al perro, sacar la basura... Un simple paseo mejora el estado cardiovascular tanto en niños como en adultos.
- Organizar planes familiares al aire libre. Son una buena forma de dejar a un lado el ocio sedentario.
- Disfrutar con ellos. Para que integren la actividad física como una satisfacción, conviene generar un recuerdo gratificante de ella.
Cómo crear nuevos hábitos...
Hagámoslo todos juntos. Un niño aprende lo que ve, no lo que escucha. Pasear será divertido si vamos todos. De la misma forma, si compartimos la comida, aprenderá qué alimentos le sientan bien; y si comemos de forma sana, nuestro hijo sabrá que no le estamos castigando, ya que todos lo hacemos.
Potenciemos la parte positiva. Frases como "No comas galletas", "no picotees" o "te vas a poner muy gordo" producen frustración y ansiedad en los niños. En cambio, otras como "¡vámonos de paseo!", "estas manzanas están deliciosas", o "te veo muy guapo hoy" reforzarán los hábitos que queremos crear.
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