miércoles, 5 de marzo de 2014

El equipo familia-escuela

Es esencial que en el ámbito educativo se favorezca la relación entre familia y escuela. Teóricamente, esta relación debería ser fluida, ya que tanto las familias como los profesores y el centro escolar en su conjunto trabajan bajo el objetivo común de formar y desarrollar a sus hijos/alumnos.
Sin embargo, la realidad es que, en muchas ocasiones, padres y profesores se ven más enemigos que como partes de un mismo equipo.



Todos los equipos atraviesan una serie de fases en su desarrollo. La primera de estas etapas es la de INCLUSIÓN. En este periodo, los miembros del equipo se observan, se conocen mutuamente y finalmente, deciden si se sienten parte del mismo o no. La necesidad de sentirse aceptado y el miedo a ser rechazado dominan esta etapa. Cada miembro del equipo está centrado en satisfacer sus propias necesidades emocionales, por lo que realmente es una etapa muy poco productiva.

Cada curso escolar, los padres conocen al nuevo grupo de profesores que van a constituir su "equipo" durante el año. Es habitual escuchar conversaciones de padres que buscan referencias entre otros padres de antiguos alumnos de esos profesores para intentar conocer algo más sobre ellos.  Los profesores, por su parte, hacen lo mismo en relación a las familias con las que tendrán que "lidiar" durante el curso.

Uno de los momentos más estresantes para el profesorado suele ser la primera reunión de principio de curso, en la que se presentan ante las familias e intentan transmitir los objetivos del programa académico, así como comunicar algunas normas de funcionamiento. Los profesores se sienten evaluados y observados. En lugar de ser una oportunidad para el conocimiento mutuo y la comunicación familia-escuela, viven esta experiencia como una situación muy amenazante.
Después de estas charlas de presentación, suele haber unas cortas entrevistas individuales entre padres y profesores. En esos breves minutos, padres y profesores intentarán formarse una idea clara acerca del otro y conseguir a su vez causar una buena impresión. Parece agotador, ¿no?

Una vez tanteado el terreno y aceptado los miembros del "equipo", comienza el curso y con él, la etapa de AFIRMACIÓN. En esta segunda etapa se inician las luchas de poder, las definiciones de los diferentes roles, las demostraciones de la propia valía, los desacuerdos y los desafíos. Las necesidades de estima, de sentirse valorado por los demás, se reflejan en esta fase.

Surgen las discrepancias entre las opiniones del profesorado y de las familias que, por esa búsqueda de reconocimiento del otro, se enzarzan muchas veces en competencias absurdas.

Muchos profesores y padres viven las reuniones de tutoría como un examen a su profesionalidad o a su valía como educador. ¿Se está buscando realmente un culpable? Muchos comentarios se asumen como ataques personales y llevan al conflicto y la falta de comunicación, en lugar de dirigirse hacia la búsqueda de soluciones. En muchas ocasiones, el equipo formado por profesores y padres se queda estancado en esta etapa de desarrollo.

La siguiente fase, y la más deseable en el ámbito educativo, es la COOPERACIÓN. En esta etapa, las energías están puestas en el cumplimiento del objetivo común: la mejora y desarrollo de los alumnos.

A través del coaching se puede trabajar la evolución del equipo familia-escuela, favoreciendo que se alcance la etapa de Cooperación.
Mediante el autoconocimiento, saber cuáles son las necesidades, reconocer sus sentimientos y sus comportamientos, padres y profesores podrán tomar decisiones para realizar cambios a través de acciones que aceleren la etapa de inclusión.

Por otro lado, para superar la fase de afirmación será necesario trabajar en las habilidades de comunicación y de escucha. El respeto y la aceptación mutua serán fundamentales para evitar competencias y luchas inncesarias. ¿Son conscientes de cómo afecta esta rivalidad a los alumnos?

Finalmente, el análisis conjunto de la situación, aportando cada uno sus propias formas de ver y de hacer, sus diferentes puntos de vista, permitirán tener una visión mucho más global de la situación y del alumno y por tanto, descubrir nuevas acciones que llevar a cabo de manera conjunta en favor del verdadero protagonista: el niño.

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