El informe Adolescentes 2013, presentado la semana pasada por el equipo de investigación de la cátedra Keepunto de la Universidad Complutense de Madrid, corrobora que cada vez son más los padres que dan dinero a sus hijos a demanda. "En 2001, según un estudio de la Universidad de Valencia, el 62% de los chicos tenían paga semanal o mensual fija. Hoy el porcentaje se ha invertido: el 62,1% van pidiendo a medida que les hace falta", afirma Francis Blanco, coautor del trabajo realizado sobre una muestra de 800 adolescentes de toda España. La consecuencia es que acaban por no tener una percepción real de lo que gastan: dicen que unos 12 euros a la semana, cuando en realidad la media es 38,46.
¿Qué ha pasado en esta década? ¿Son los padres, a pesar de la crisis, más permisivos con sus hijos? Los datos parecen indicar que sí. Es cierto que la crisis ha mermado la paga (un 38% entre 2008 y 2012, según el Instituto Nacional de Estadística), pero a la hora de educar no importa cuánto se les da, sino cómo.
"Es difícil inculcar conceptos como el valor del dinero por la vía del razonamiento. Necesitan vivir determinadas situaciones para aprenderlo. Y lo que la mayoría de ellos ha vivido desde que nacieron es que el dinero se podía conseguir sin demasiado esfuerzo", coincide el psicólogo Ángel Peralbo, autor de varios libros sobre adolescencia. Según Peralbo, es imposible que un niño entienda el valor del dinero con una explicación. "Tienen que experimentarlo. En este sentido, la paga es un instrumento muy educativo porque les obliga a tomar decisiones sobre cómo gastarla y en qué. Y cuanto antes empiecen a hacerlo, mejor. Pero hay que ser firmes, no darles más de lo estipulado y exigirles algo a cambio para que aprendan también que el dinero no cae del cielo, hay que ganárselo", aconseja.
En este aspecto, los padres se muestran blandos. Según el informe Adolescentes 2013, casi el 70% no tienen que hacer ninguna tarea en su casa o en su vida cotidiana para conseguir su paga. Y solo el 30% la pierde por malas conductas. "Los padres han confiado en que las instituciones educativas enseñarían a sus hijos el valor del dinero, y estas han considerado que era tarea de los padres. En el medio se han quedado los niños sin que nadie se haya preocupado de transmitirles una verdadera formación financiera. Esto no se aprende de un día para otro, hay que entrenarles para que en el futuro puedan tomar decisiones adecuadas", advierte Raúl de la Cruz, fundador de Keepunto, una plataforma virtual que funciona como un simulador de banco que enseña a los jóvenes a gestionar su economía.
Un estudio realizado por Creafutur, dedicada a predecir el comportamiento de los consumidores, añade que los adolescentes de hoy son consumidores más expertos que sus padres. Tienen una gran influyencia en las decisiones de compra y deciden especialmente sobre su propia alimentación, ropa y productos para la higiene personal. "Saben mejor que cualquier adulto a encontrar la mejor ganga en Internet y, en muchos casos, conocen mejor el mercado", coincide Miguel González-Durán Muñoz, director de la división de marketing infantil de la agencia Arista.
Esta misma asociación, calculó en su estudio de 2010 que los adolescentes gestionaban unos 8.000 millones de euros al año. ¿En qué se lo gastan? Aparte de salir con los amigos, sus compras preferidas son la ropa y la tecnología. Intentan, según Ricarte, que los productos más caros se los regalen sus familiares para no mermar su paga. Además, destaca otro dato interesante: "Si se les pregunta, aseguran que tienen conciencia medioambiental y que rechazan a las empresas que no son responsables socialmente. Pero en la práctica, no les interesa dónde ni por quién ni cómo se han hecho los productos que quieren, y no creen que cambiar sus hábitos de compra sirva para cambiar el mundo. En este sentido, la mayoría son bastante cínicos".
En realidad, los adolescentes se comportan como lo harían sus padres si pudieran. "Si a mí me dieran todo sin exigir a cambio nada, ¿por qué iba a rechazarlo? Si no saben controlar sus gastos, es porque no les estamos enseñando a hacerlo. Ni los educadores, ni los padres", insiste Raúl de la Cruz. "Unos por dejadez, otros por la excusa de que no quieren que a sus hijos les falte de nada y algunos porque les resulta más cómodo que estén entretenidos con un dispositivo electrónico en lugar de prestarles atención".
Vía elpais.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario